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jueves, 3 de mayo de 2012

UMBRAL (Escrito para DevoradoresdeHadas.com)


Yo era un hombre común hasta donde la conciencia lo permitía…pero en mis sueños era algo más, era un humano capaz de atravesar el bosque en busca del umbral que me llevaría hacia ella…el hada mas hermosa jamás imaginada.

Cada día  caminaba entre los árboles, ansiando la noche para poder reunirme con Shaylee, un ser místico y hermoso, que con su mirada, sus caricias y sin palabras, me insinuaba cuanto me amaba. Sus bellos ojos color uva, sus labios rosados y su piel pálida me pertenecían cada noche durante mis sueños.

Un día mientras atravesaba el bosque, encontré un sendero, lleno de flores de muchos colores, y exóticos olores que parecían tener vida, el camino se iba estrechando con la vegetación convirtiéndose en una especie de túnel, seguí el camino como hipnotizado y encontré una puerta con un sello de plata y oro…el camino hacia otra dimensión, hacia mi perdición.

No fue difícil romper el sello, tampoco tuve miedo de atravesar la puerta pues esperaba que mis sueños se hicieran realidad…y así fue, me encontré en un lugar mucho más colorido y fantástico, lleno de hermosos seres mitológicos, duendes, hadas, unicornios…

Mi hermosa Shaylee estaba ahí y esta vez no estaba soñando…camine hacia ella y ví pasar ante mis ojos una vida a su lado, cuando nos conocimos, cómo nos enamoramos, la primera vez que hicimos el amor…pude sentir el calor de su cuerpo desnudo… por fin el círculo de mi vida estaba cerrado, su corazón me pertenecía y yo me entregaba a ella en cuerpo y alma…ahora sabia que existía el cielo…estar con ella me hacia el hombre más feliz de todo el universo y ella emanaba alegría por cada poro de su cuerpo.

Pasaron los días y al final la desgracia cayó sobre nosotros, un amor entre nuestras especies era imposible y castigado, así que nos separaron y luego dictaron la fatal sentencia…para el hada, la desintegración total…para el humano, vivir eternamente en los bosques con el único recuerdo de la inevitable muerte de Shaylee, mi gran y único amor.

Noche tras noche lo sufro, aún lo vivo como si estuviera pasando de nuevo, sonaba como papel al romperse, mi hada lloraba, agonizaba, perdía sus alas plateadas, dejando solo polvo que resplandecía sobre el verde pasto…dirigiendo su última mirada de súplica hacia mi.

Escrito por Claudia Liz Flores


Fotografía de César Rodríguez 

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