Beaux había sido
siempre un humano ordinario, no creía ni le interesaba la fantasía, solo la
realidad. Tenía un trabajo de 8 horas, una casa común, un gato negro y su
soledad.
Era un hombre rutinario, no le interesaba tener amigos,
ni hobbies. Noche tras noche para llegar a su casa atravesaba un pequeño bosque
que estaba en medio de la ciudad, llegaba a su casa, cenaba en silencio, alimentaba
a su gato, veía televisión y se quedaba dormido en el sillón hasta la
madrugada, cuando despertaba para irse a su cama. No soñaba, simplemente dejaba
de existir para despertar a un nuevo día. Era una vida sin color, triste.
Un hada lo observaba, lo seguía por entre los troncos de
los árboles, en primavera se escondía entre las flores, en verano los rayos de
la luna la ocultaban, en otoño las hojas secas eran su camuflaje y en invierno
se vestía de blanco para perderse con la nieve. Ella sentía una profunda
compasión por aquel humano invisible, así que decidió concederle un poder y
lograr con esto que su vida cambiara, que fuera mágica, aventurera, diferente.
La siguiente vez que Beaux atravesó el sendero del
bosque, escucho a lo lejos un cántico que lo atrajo hacia un lugar dónde la
magia era parte de la realidad, el hada lo esperaba con una botellita de cristal
que parecía contener un líquido plateado. Ella lo incitaba a tomar unas gotas,
pero Beaux estaba encantado con su visión y decidió tomar el frasco entero.
El sonido del cristal roto dio paso a las manos de Beaux,
que rodeaban su garganta, el líquido le quemaba por dentro, los ojos le
lloraban y sus lágrimas negras no lo dejaron entender que el hada lo quería
ayudar, así que en un arrebato de venganza se abalanzó sobre ella. Fue una
pelea difícil pero había terminado con su existencia y ahora se sentía feliz,
como nunca antes, había encontrado un hobbie, matar hadas lo extasiaba.
Levantó sus manos para ver la sangre del hada, estaban
limpias, solo encontró un polvo rojiazul
que flotaba entre ellas, era un poder desconocido para él, pero sumamente adictivo.
Se dio cuenta que podía lograr cosas imposibles, entre ellas atraer más
victimas a su nuevo juego, pero también se percataba de que la magia se agotaba
y para recuperarla tenía que matar a una nueva hada.
Quien pensaría que el deseo del hada por crear una
existencia mejor, terminaría convirtiéndose en un oscuro habitante de los
bosques…un Devorador de Hadas.
Escrito por Claudia Liz Flores
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