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jueves, 3 de mayo de 2012

LA MALDICIÓN (Escrito para DevoradoresdeHadas.com)


Cuando la oscuridad reinaba en el bosque Nyx se despertaba para cazar, se movía entre las sombras de los árboles que proyectaban la luz de la luna. Era el verdugo de almas perdidas, bebedor de sangre.

Le causaba un éxtasis único  clavar a su presa y drenarle la vida, verla desangrarse era un placer orgásmico. Esta vez había tenido suerte, su presa era increíblemente hermosa, sus alas doradas resplandecían aún en la oscuridad, su rostro parecía de porcelana, tenía los ojos muy oscuros y su cabello era de un rojo intenso. Emanaba una tristeza infinita, su corazón apenas latía, cada vez más lento, casi inaudible, gota a gota la sangre escapaba de su cuerpo.  Los silencios se arremolinaron insoportables a su alrededor, la revelación de la identidad  del hada llegó demasiado tarde: a Tenanye nadie la podía tocar y Nyx había bebido su sangre y acabado con su existencia.

Los habitantes nocturnos del bosque fueron testigos del  final. El viento arreció y a lo lejos  gritos desgarrados clamaban venganza. El  aleteo se dirigía contra el devorador.

Se abrió  a las miles de hadas que por siglos había cazado, una explosión de venas y arterias, carne y huesos emanaban de Nyx,  parecía contener la sangre de mil cuerpos. Ahora era él quien se desangraba, y así fue por días, semanas, años. Su muerte fue lenta y dolorosa, una maldición que debía pagar por su pecado. Se había equivocado de presa. Le había arrebatado al mundo la única esperanza de sentir alegría.




Escrito por Claudia Liz Flores

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